Imagina: María y los discípulos encerrados en una sala rezando. Es el día de Pentecostés. De repente un estruendo, un viento, unas lenguas de fuego. Se llena su corazón de la fuerza y el poder de Dios. Jesús lo había prometido: enviaré el Espíritu Santo que os guiará a la verdad completa y os dará fuerza para ser mis testigos.
Después del miedo, del fracaso, de las dudas, ahora tienen la fuerza para vivir la aventura de la fe y sentir que todo es posible. Ese Espíritu Santo si lo pides, será también tu escudo, tu fortaleza, tu luz, tu guía. Te hará invencible porque serás de los de Jesús y María.
Con Jesús y María y llenos de la fuerza del Espíritu podrás vivir la aventura de anunciar al mundo que Jesús está vivo y quiere hacerte feliz.
Nada te podrá frenar.
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