Al finalizar este tiempo de Adviento, es la propia María quien nos entregará al Niño salido de su seno, pero además nos indicará el camino de la fe para acogerlo y la manera que todos tenemos de dar a luz a Jesús en nosotros. Desde su actitud de escucha a la Palabra de Dios, que implica un silencio interior, vaciarse de sí mismos, eliminar muchos ruidos, (¡cuántos estos días!, como si tuviéramos que buscar fuera lo que no tenemos dentro), que distorsionan o interfieren el mensaje. Estando abiertos al Espíritu, María, a pesar de que no entendía lo que iba a suceder, se dejo llevar por el Espíritu hasta el pie de la cruz, no le faltó el espíritu profético en el Magníficat y el ánimo que da ese viento y ese fuego. Lanzada a servir: “Aquí está la esclava del Señor”, recorrerá un largo camino para atender a su prima Isabel, es que Dios quiere ser servido en sus hermanos más necesitados y se produce la gran paradoja siendo esclava sé libera y libera.
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Julio César Rioja, cmf
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