La luz:
una realidad que solemos echar de menos cuando la pantalla de nuestro teléfono
no se enciende porque no tiene batería… Pero que hoy se convierte en el
protagonista de la Palabra de Dios. “Surgió un hombre enviado por Dios… para
ser testigo de la Luz”. Si alguien piensa que el protagonista del Evangelio de
hoy era Juan Bautista… ¡se equivoca! El Bautista es testigo de la Luz. ¿Y quién es la Luz? “Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto” (Lc 1, 78). Y ese Sol es Cristo, a quien ahora
esperamos y llamamos para que vuelva. Pero, ¿cómo me puede inundar con su luz?,
¿cómo me puedo yo convertir también en testigo de la Luz?
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Tenemos la gran suerte,
no sólo de
conocer quién es la Luz, sino de poder estar en presencia de la Luz en
cualquier momento del
día, en cualquier lugar de nuestra vida. Basta prestar atención para poder
sentir su presencia desde que abro los ojos por la mañana, mientras voy camino
al trabajo o a mi centro de estudios, cuando estoy con los amigos o con la
familia…, hasta que los cierro de nuevo en la cama. Y cuando vivo la tensión de
buscar la presencia del Señor, entonces, como sin darme cuenta, me estoy
dejando inundar por su Luz. Y en ese
preciso instante, sin hacer nada raro ni estrambótico, los demás podrán mirarte
y experimentar que tú también te has convertido en “Testigo de la Luz”.
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Luis Melchor
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