miércoles, 10 de mayo de 2017

PARA REFLEXIONAR. ¡FELIZ MIÉRCOLES!

Hay un refrán que dice: “En fin, Serafín; más corre el galgo que el mastín”

Este refrán enaltece la velocidad del galgo sobre el paso sereno y constante del mastín. Solemos valorar más lo rápido que lo profundo.

A veces somos como galgos que miramos a los mastines con cierta superioridad: ¿Para qué estudiar día a día si dándome un atracón en las últimas semanas puedo aprobar el examen? Preferimos las carreras de velocidad a las pruebas de fondo, pero el resultado no es el mismo. El desgaste es mayor y lo que se retenemos e incorporamos a nuestra persona es mucho menos si lo dejamos todo para el final. Lo ideal es llevar ese ritmo constante de estudiar un poco cada día, así dejaría en nosotros un poso y una profundidad que ayudaría a madurar intelectualmente.

Con las cosas de Dios sucede de manera similar. El grano que se siembra va creciendo en silencio, tras mucho riego y espera. Entonces se perciben los frutos de aquello que iba creciendo en silencio con mimos y cuidado.

Recordad que las mejores comidas son las que se cocinan a fuego lento.

El refrán acaba diciendo: “… mas si el camino es largo, más corre el mastín que el galgo”.  

En nuestra vida, en los estudios y en la fe debemos recorrer largos caminos, por ello, seamos como mastines: firmes y constantes.

¡Que tengáis todos un buen día!

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