lunes, 22 de marzo de 2021

3ª MISIÓN ENVIDIA-ORACIÓN

 La envidia tiene una doble raíz: no contentarnos con lo que somos y tenemos, no saber valorarlo, disfrutarlo, aceptarnos, querernos y, por otro lado, no ver los bienes de los demás como motivos para nuestra alegría, no ser capaces de alegrarnos por el bien del otro. 

¿Cómo puede ayudarnos la oración? Si rezo me acerco a Dios que es amor, que me enseña a amar al prójimo y a amarme a mi mismo. La envidia se vence con amor, se vence con descubrir la verdad de quién soy y quién es el otro. Y esa verdad sólo se descubre amando. 

El impostor de la envidia te dice que no tienes lo que necesitas y no puedes tenerlo, que es mejor lo de los demás. Y te empuja a no quererlos porque los ves más felices o mejores que tú. Pero si le das la vuelta… Si ves la cantidad de cosas para dar gracias que hay en tu vida, si ves los bienes de los demás como una oportunidad para estar agradecido. 

Y si descubro que todo un Dios quiere ser mi amigo, que le puedo llamar Padre, que en Jesús muere por mí y resucitó para darme vida… que me ama ¿cómo no voy a estar agradecido? ¿cómo sentir envidia si ya tengo todo? 


En esta semana utilizamos de nuevo la mochila que tenemos en la puerta y tapamos los nombres tachados con tarjetas en las que escribiremos todas aquellas acciones buenas que realizan en su día a día en clase, en casa, con sus amistades.





martes, 9 de marzo de 2021

2ª MISIÓN MENTIRA-AYUNO

 El ayuno parece una cosa completamente pasada de moda e innecesaria. ¿Cómo entender esta práctica que la Iglesia nos aconseja? En primer lugar, comprendiendo que no es un chantaje. “Yo ayuno y así soy más bueno y sacrificado. Dios me va a hacer más caso”. El ayuno tiene el significado de vencerse a uno mismo, de decirte incluso físicamente que Dios (y vivir como él enseña por tanto, la fe, la esperanza, el amor) tienen que ser más importantes que lo que necesitas o te apetece. Algún santo explica que sirve para decirte a ti mismo que hay que sentir hambre de Dios hasta físicamente. En algunas casas, lo que se ahorra con el ayuno o la abstinencia se iba ahorrando para dárselo a los pobres. 

¿Qué queremos enseñarle a los alumnos? Precisamente la idea de fondo del ayuno: elegir el bien, elegir la verdad, elegir lo que cuesta y requiere sacrificio. Entonces, ¿si ayunamos de contar mentiras? Vencemos al impostor de la mentira que promete sacarnos de líos y nos pone buena cara pero cuando mentimos nos encierra en una doble vida, o en buscar intereses, o en aparentar… 


 Tendremos en la clase una mochila donde escribiremos las personas de nuestro entorno (Padre, madre, abuelos, amigos, profesores…) a las que decimos mentiras. Una vez hecho esto, cada vez que se le diga una verdad a estas personas, se podrán tachar sus nombres para así poder aligerar la carga que nos suponen las mentiras. Una vez finalizada la semana, la mochila se coloca en la puerta, al lado del muñeco y del reloj de arena.