Segundo Domingo de Cuaresma - Ciclo B
(Marcos 9, 2-10)
Dibujo: Fano
Esta escena del evangelio de Marcos se nos presenta tras el primer anuncio de la pasión de Jesús y el relato de como sus seguidores también han de asumir la cruz, lo que no ha sido entendido por los suyos. Por ello
toma a Pedro, Santiago y Juan, sus tres discípulos de confianza, y los conduce a un monte, lugar donde Dios se manifiesta. Allí muestra por adelantado la gloria que tendrá lugar en la resurrección. La narración está llena de elementos simbólicos que pretenden presentar quién es Jesús. Él es Mesías, Hijo de Dios.
En el monte, Jesús se transforma delante de los discípulos. Sus vestidos se vuelven resplandecientes. El evangelista hace alusión así a la vestidura especial que brilla como el sol y que recibe el Mesías. A la transfiguración de Jesús se suma la aparición de dos figuras del Antigo Testamento que hablan con Él: Elías y Moisés, iconos de la profecía y de la Ley, respectivamente. Pedro, ante esto, expresa su sentimiento de bienestar y su deseo de quedarse allí disfrutando de ese “sabor a Dios”. Pero una nube, símbolo de la presencia de Yahvé (Ex 40,35), aparece cubriendo a Jesús. De ella sale una voz: «Este es mi Hijo, escuchadlo». Con ello, Marcos, además de mostrar que Jesús es el Hijo de Dios, invita a sus discípulos a que escuchen sus palabras. Esa será nuestra tarea en esta Cuaresma: escuchar la Palabra de Jesús, “bajar del monte” y contar a otros lo que hemos experimentado. Como dice Tagore: «Las palabras van al corazón cuando han salido del corazón».
Mariela Martínez (Religiosa dominica)
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