XI del Tiempo Ordinario – Ciclo C
Dibujo: Fano
Al aceptar la invitación del fariseo, Jesús muestra su cercanía a todo aquel que se interesa por Él, independientemente de su status o nivel social. Sin embargo,
la demostración total se da cuando acepta la unción de la pecadora. Los dos habían pecado, los dos “debían”, sin embargo, la mujer es la que muestra verdadero arrepentimiento y la que servirá de ejemplo para todos.
la demostración total se da cuando acepta la unción de la pecadora. Los dos habían pecado, los dos “debían”, sin embargo, la mujer es la que muestra verdadero arrepentimiento y la que servirá de ejemplo para todos.
El fariseo quizá quería ser el centro de atención al haber invitado a una persona famosa, reconocida… pero parece llevarse una desilusión. La interpelación de Jesús (“tengo algo que decirte”) llama poderosamente la atención, y sirve para centrar la parábola. Su enseñanza es clara, y más su aplicación al caso concreto: la mujer se siente perdonada, invadida por la misericordia incluso antes de que Jesús pronuncie la frase de perdón.
La reacción de los comensales no impide que Jesús continúe su conversación. De nuevo, la paz aparece como deseo en boca de Jesús, pero llaman la atención las palabras anteriores: «tu fe te ha salvado».
La mujer ha mostrado su fe de una manera inesperada: no la ha confesado, no ha abierto su boca… pero ha reconocido, con sus gestos y actitudes, que Jesús es el Señor. Y es que tanto el fariseo como ella, realmente, no tenían con qué pagar… pero la misericordia de Jesús alcanza a quien se pone a tiro y se derrama a los pies del Maestro.
Emilio López Navas
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