Con esta fiesta recordamos la presentación de la Virgen María, siendo niña, en el Templo de Jerusalén. Se trata de una fiesta muy antigua, y aunque en los Evangelios no encontramos ningún relato especial que hable sobre la fiesta, la Iglesia la celebra recordándonos que María fue una niña como nosotros y que también iba al Templo a pedir y a dar gracias a Dios.
La tradición cuenta que los padres debían presentar a los bebés o a los niños en el Templo y así lo hicieron los papás de María S. Joaquín y Sta. Ana, como símbolo de agradecimiento por el nacimiento de su hija, y María ofreció como regalo a Dios un cestillo con dos palomas.
Santa Carmen estudió en el colegio de la Compañía de María y allí celebraban la fiesta de la Niña María. Los alumnos vestidos de angelitos acompañaban en procesión a la Virgen Niña como un día lo hicieron San Joaquín y Santa Ana.
Por eso, cuando ella fundó la Congregación quiso que en todos los colegios concepcionista se celebrara esta fiesta. Cada 21 de noviembre, nos engalanamos para celebrarla y acompañamos a la Niña María para ofrecernos con ella a Dios.
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