Pentecostés – Ciclo C
INVOCACIÓN
Ven, Espíritu Creador,
e infunde en nosotros la fuerza y el aliento de Jesús. Sin tu impulso y
tu gracia, no acertaremos a
creer en él; no nos atreveremos a seguir
sus pasos; la Iglesia no se renovará; nuestra esperanza se apagará. ¡Ven
y contágianos el aliento vital de Jesús!
Ven, Espíritu Santo,
y recuérdanos las palabras buenas que decía Jesús. Sin tu luz y tu
testimonio sobre él, iremos olvidando el rostro bueno de Dios; el
Evangelio se convertirá en letra muerta; la Iglesia no podrá anunciar
ninguna noticia buena. ¡Ven y enséñanos a escuchar solo a Jesús!
Ven, Espíritu de la Verdad,
y haznos caminar en la verdad de Jesús. Sin tu luz y tu guía, nunca nos
liberaremos de nuestros errores y mentiras; nada nuevo y verdadero
nacerá entre nosotros; seremos como ciegos que pretenden guiar a otros
ciegos. ¡Ven y conviértenos en discípulos y testigos de Jesús!
Ven, Espíritu del Padre,
y enséñanos a gritar a Dios «Abba» como lo hacía Jesús. Sin tu calor y
tu alegría, viviremos como huérfanos que han perdido a su Padre;
invocaremos a Dios con los labios, pero no con el corazón; nuestras
plegarias serán palabras vacías. ¡Ven y enséñanos a orar con las
palabras y el corazón de Jesús!
Ven, Espíritu Bueno,
y conviértenos al proyecto del «reino de Dios» inaugurado por Jesús.
Sin tu fuerza renovadora, nadie convertirá nuestro corazón cansado; no
tendremos audacia para construir un mundo más humano, según los deseos
de Dios; en tu Iglesia los últimos nunca serán los primeros; y nosotros
seguiremos adormecidos en nuestra religión burguesa. ¡Ven y haznos
colaboradores del proyecto de Jesús!
Ven, Espíritu de Amor,
y enséñanos a amarnos unos a otros con el amor con que Jesús amaba. Sin
tu presencia viva entre nosotros, la comunión de la Iglesia se
resquebrajará; la jerarquía y el pueblo se irán distanciando siempre
más; crecerán las divisiones, se apagará el diálogo y aumentará la
intolerancia. ¡Ven y aviva en nuestro corazón y nuestras manos el amor
fraterno que nos hace parecernos a Jesús!
Ven, Espíritu Liberador,
y recuérdanos que para ser libres nos liberó Cristo y no para dejarnos
oprimir de nuevo por la esclavitud. Sin tu fuerza y tu verdad, nuestro
seguimiento gozoso a Jesús se convertirá en moral de esclavos; no
conoceremos el amor que da vida, sino nuestros egoísmos que la matan; se
apagará en nosotros la libertad que hace crecer a los hijos e hijas de
Dios y seremos, una y otra vez, víctimas de miedos, cobardías y
fanatismos. ¡Ven, Espíritu Santo, y contágianos la libertad de Jesús!
José Antonio Pagola
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